¿Cuántas veces hemos leído o escuchado esta frase? Parece evidente, pero ¿lo tenemos en cuenta a la hora de gestionar nuestra organización?
El directivo de cualquier empresa debe conocer la situación de ciertos indicadores clave de su negocio para poder planificar la estrategia, establecer objetivos, controlar el cumplimiento de los resultados,… En definitiva, poder tomar la decisión apropiada en el momento preciso.
Sin embargo, está generalizado en el mercado el uso de “programas de gestión” cuyo principal cometido es facturar y contabilizar, siendo su denominador común la ausencia de un sistema de información óptimo con indicadores clave para la gestión de su negocio.
No es suficiente con registrar la consecución o no del objetivo planteado: es igual de necesario el análisis de la desviación.
Si nos aproximamos al sector agroalimentario, que es para el que llevo trabajando más de 20 años, podemos ver diversos ejemplos donde la medición es primordial para, por ejemplo, un ahorro sustancial de los costes productivos:
- Control de productividad en planta, cuyo objetivo es conocer la producción y productividad de la central hortofrutícola, así como de cada uno de los empleados y máquinas que están confeccionando. Con la medición de los resultados y su comparación con los estándares y/o óptimos podremos optimizar el proceso productivo y reducir los costes de confección.
- Control de los costes agronómicos, permitiéndonos conocer qué cultivos son los más rentables, qué prácticas agrícolas son más productivas, cuál es el plan óptimo de riego y abonado,…
- Un buen control de maquinaria (tanto de campo como de planta), incluyendo un mantenimiento preventivo, nos va a permitir una optimización y explotación de las mismas.
- Una correcta gestión de reclamaciones de clientes nos permitirá conocer nuestros mejores clientes, incidencias de calidad, qué fincas nos proporcionan los mejores productos,…
- Una óptima gestión de previsiones de campaña va a permitir una óptima programación de la producción, que proporcionará una optimización de la maquinaria y del personal en planta, así como una mejor gestión de las caducidades de los productos comercializados.
Conclusión: todo lo que medimos, lo podemos controlar y, por ende, intervenir para conseguir una mejor gestión.