¿Quién ha dicho que dirigir una empresa sea sencillo? Más bien al contrario.
En un entorno globalizado como el actual, gestionar adecuadamente un negocio es una tarea cada vez más complicada, de modo que debemos tener en cuenta múltiples factores que van a incidir directamente en la cuenta de explotación de la empresa.
De este modo, debemos contar con un sistema de información que nos facilite el control de esos factores y nos permita tomar decisiones de manera rápida y fiable. Es aquí donde entra en juego el disponer de un buen ERP como solución de gestión.
¿Qué es disponer de un buen ERP?
Veámoslo en 8 claves:
– Debe integrar todos tus procesos de negocio.
Un buen sistema de gestión de una empresa debe cubrir todas las áreas de negocio de la misma, de forma que todos los procesos estén unificados en una única herramienta. Esta integración permite eliminar tareas repetitivas, mejorar la coordinación entre los diferentes departamentos de la empresa y un control del negocio más exhaustivo.
– Debe estar adaptado a tu sector, pero además a tu organización.
Un ERP estándar sí, pero adaptado al sector en concreto de la empresa. Este hecho permitirá que tu “socio tecnológico” ya entienda tus necesidades, por lo que la adaptación de la solución sectorial a las necesidades concretas de tu empresa se realizará de una manera más rápida y económica.
– Debe mejorar tu competitividad.
La adaptación de tu ERP a tus necesidades concretas, así como la integración de todos los procesos en una misma solución, permiten a la empresa ampliar su campo de acción, mejorar sus procesos, poder ampliar su mercado con oportunidades y operaciones que, por su volumen o complejidad, no se podían abordar por falta de información.
– Debe ser flexible a los cambios estructurales que se puedan producir.
Cada vez son más rápidos los cambios que se producen en nuestro entorno, lo que implica una renovación interna de la empresa para adaptarse a esos cambios estructurales. Nuestro ERP debe ser flexible y ágil a esos cambios lo que supondrá una ventaja competitiva de nuestra empresa en el mercado con una inversión en tecnología mínima.
– Debe “crecer” junto a la innovación en la tecnología.
Al igual que nuestro entorno, la innovación tecnológica es cada vez más rápida, de modo que la obsolescencia del software es cada vez mayor. Debemos disponer de un proveedor tecnológico que nos asegure un crecimiento de nuestro ERP conforme a la innovación tecnológica producida. Para ello, lo idóneo es confiar en grandes fabricantes de software con grandes inversiones anuales en I+D+I.
– Debe mejorar la seguridad de la información.
La información es vital para una organización. De este modo, un ERP debe asegurar la consistencia de los datos, impedir la redundancia de los mismos (dato único), así como evitar la fuga de los mismos.
– Debe potenciar la colaboración.
La innovación en las comunicaciones y el boom de los dispositivos móviles (smartphones, tablets, phablets,…) abren nuevas vías de interacción con el ERP, permitiendo su acceso al mismo en cualquier momento y desde cualquier lugar. Además, la tecnología actual nos permite compartir información y trabajar varias personas a la vez sobre la misma documentación desde diferentes lugares.
El ERP no debe ser un freno a estas nuevas modalidades de trabajo, por lo que debe estar diseñado para potenciar estos nuevos modelos de colaboración y movilidad.
– Debe mejorar tu capacidad de análisis.
Teniendo en cuenta que un ERP debe contener toda la información de tu negocio, y por tanto va a contener gran cantidad de datos, la clave está en complementar la solución de gestión con una buena herramienta de Business Intelligence.
Si tenemos en cuenta estos aspectos clave, así como una buena elección del “socio tecnológico”, el impacto que puede generar una buena implantación de un buen ERP a la hora de gestionar una empresa es vital para el éxito en el futuro de la misma.